Yawn
Hay épocas tan aburridas. Sin corazones qué romper, sin ganas de levantar el teléfono y convocar a dos o tres hombres falderos, sin gusto por los martinis ni nada de nada. Debe ser la cursibilidad que flota en el ambiente.
Al desayuno martini. Burbujas en la tina. De satín la bata de baño. Alto, siempre, el tacón. Sibaritismo desenfrenado. Los hombres son desechables.